lunes, 12 de junio de 2017

M379

Margarita no supo que aquello era tema serio hasta que su hermano, el de verdad, la saco a toda prisa por la puerta de aquel restaurante de comida rápida y la llevaba a un mejor lugar. Lloraba desesperada, pensando que alguien la había secuestrado y le haría lo más que deseaba; daño. Llevaba poco tiempo con Papá Clemente y Mamá Claudia, como le dijo la Trabajadora Social que se llamaban y que así querían ser llamados.
—Ellos son Papá Clemente y Mamá Claudia. — Le dijo aquella profesional que cargaba con una verruga cerca del labio.
—¿Y Mami Fabiola? — Preguntó Margarita.
—Ella ya no es tu Mamá. — Le interrumpió Mamá Claudia. — Ahora vendrás con nosotros. Se viró y le preguntó a la Social. —¿Cuánto vale?
—Son setecientos quincenales, con gastos médicos incluidos. — Verificó en sus papeles.
Claudia miró a Clemente y este acertó con su cabeza.
—Por aquí— Expresó la Social y dirigiéndose a la cuidadora de Margarita le dijo. —Prepárala—
La cuidadora levantó a Margarita y se la llevó a su cubículo, para que la limpiaran, le colocaran el vestido blanco con las siglas de BF (Banco Familiar) y la llevaran al centro de recogido. Allí la niña reconoció a Hugo su compañero de clases. Eran de la misma edad y por así decirlo cada uno era su primer amor. De ese del cual ella se acordaría siendo adulta y se preguntaría «¿Qué habrá sido de la vida de Hugo?» Mientras que Hugo se preguntaría por la vida de Margarita.  
—¿Jugamos? — Preguntó Hugo.
—¡Vamos! — Y los dos niños se pusieron a jugar obviando que estaban a punto de separarse y que nunca se volverían a ver. Después de unos minutos de correr por la habitación llena de juegos y las paredes pintadas de azul con nubes incrustadas, se acostaron en la alfombra verde y Margarita interrumpió el silencio. —¿Cómo serán los nuevos padres? —
—Quiero que sean buenos, que me dejen comer mantecado en mi cama. —Expresó Hugo.
—Yo solo quiero que me quieran. — Confesó la niña. — No quiero volver aquí. Ya es...— Alzo su manita y contó sus cuatro dedos. Diciéndole con esto las veces que había sido alquilada a una familia. — que me voy de aquí y siempre vuelvo. No quiero venir más acá. —
—Te voy a extrañar. — Le dijo Hugo mientras sus manos se tocaban sobre la alfombra que semejaba un césped.
—Yo también lo haré mucho. Quizás pueda decirle a Mamá Claudia que me lleve a verte o que pueda escribirte. —
—¿Lo harías? — Los ojos azules del niño se iluminaron.
—¡Si! Lo prometo. — Le respondieron los ojos verdes de la niña.
Pero aquella promesa no fue cumplida. Llegó la Social con Mamá Claudia y Papá Clemente y la arrebataron de la sala de espera, sin poder tocar a Hugo. Sólo de aquello, Margarita recordaría la fría mano de su madre a quien siempre dio por muerta y por el otro lado la mano callosa que la acariciaba por las noches. Le colocaron un collar con una insignia en la cual se leía M379 que era la clasificación y que fue la razón principal de su rescate. Su hermano jamás olvidaría aquella inscripción y recorrió todas las calles, los parques y escuelas para ver si encontraba a Margarita. La niña miró al chico que se acercaba, le sonrió y de pronto se vio arrancada de la pesadilla que era Papá Clemente y Mamá Claudia, pero pensando que lo mejor que le tocaría era ser secuestrada y nunca devuelta.

Su hermano la llevó a toda velocidad a un auto y así la colocó en el asiento delantero y se fue a toda velocidad, antes que todos pudieran reaccionar. Lo primero que le mostró a su hermana fue la insignia L379 que llevaba tatuada en su brazo. Le mencionó que era su hermano y Margarita confió. Al estar retirados del lugar y de no saberse perseguidos por policías, Luis le informó que se quitará el collar y lo lanzará por la ventanilla, así lo hizo Margarita y la cadena callo por el sistema sanitario mientras sonaba “There Will Be Time” en la radio y ellos se marchaban a la costa para que los sueños de Margarita fueran cumplidos. 

lunes, 5 de junio de 2017

Fantasías Insospechadas

Prendí el garret, busqué en youtube la música clásica que me gustaba y tecleé tetas negras en el navegador y vino a la mente Clara, que de eso no tenía nada. Era una mulata ponceña que me bailaba plena después de que la hacía llegar al segundo orgasmo. Solía cantarle cuando la cabalgaba, cuando la tenía encima podía introducir mi cara alargada entre el caño de sus tetas y pensarme el explorador de su cuerpo. Tecleo y aparece como favorita la página que acostumbro. Ya estoy cansado de sus vídeos. Agarro el celular y busco el whatsapp de Clara, le escribo, fumo y antes de soltar el humo recibo un…
—Hola no puedo ahora. —
La cabrona sabía que la buscaba para eso.
—Ay Clara, Clarita. —
 Me introduzco cada vez en más páginas, en todas las que tengo membresía y no encuentro nada. Dispongo de introducir más palabras claves para agrandar las opciones y de pronto me salta al pensamiento, ver un trío; busco. Rápidamente me salen opciones, pero resulta que entro a ver uno en el que salen dos hombres y una chica.  Busco el vídeo y le tecleo dos veces, abre en unos segundos y me parece interesante que uno de los tipos se parezca a mí, el otro es más fuerte y rubio, y la chica de la caratula parecía a Clara. Comienza la típica historia barata de la pornografía, esa en la que están los dos chicos sentados hablando de mujeres ricas y buenotas, compartiendo las fantasías de estar con las primas o las muchachas más rica del salón. Se ven involucrados en esos juegos de adolescentes a los que solía involucrarme y pensar en las chicas de la otra calle que eran mayor que yo y que todas ya estaban bien desarrolladas. Veo el vídeo y los chicos comienzan a tocarse, se miran y se tocan. Quiero cambiarlo, eso no es lo mío, eso no, nada que ver. Pero algo me resulta curioso, es el parecido del actor conmigo. Me involucro en ellos y pienso que nunca he estado con un chico, me pregunto ¿Sería capaz de estar con uno? No le veo un No. Los veo tocándose y no aún no llega la chica que se parece a Clara. Tengo una erección y quiere salir, me da las señales para que lo saque y lo acaricie. Así hago y sostengo la cabeza con mucha fuerza y la voy frotando, mientras veo cómo se tocan y se desvisten. El rubio se arrodilla en el sofá y comienza el recorrido hacia la ingle de mi doble.


 Jos recorre mi ingle y se me erizan los pelos, siento su recorrido y cierro los ojos. Siento su boca húmeda comiendo y sobándome las erizadas pelotas. Me devora y su campana toca mi cabeza rosada, siento que vuelo más alto. Sostiene mi mano derecha y la lleva sobre su cabeza y me hace introducirla en los cabellos. Llego al punto que deseo su boca, que deseo probarlo y con ello probar mi precum. Lo deseo como nunca, lo deseo al punto que no me importa Clara, estos pezones son más sensibles que los de ella, él no me suelta, deja que juegue con su cuerpo. Que lo descubra y nos disfrutemos. Siento sus largos dedos sobándome las nalgas y dándole nalgazos y me activa más. Me muerde sobre la tetilla y me dejo llevar por mi interior. Estoy sobre Jos, paso mis brazos por debajo de su espalda y lo enlazo, lo atraigo hacia mi pecho y ríe coquetamente, el muy estúpido le gusta saber que a mí me gusta, llevo todo mi peso sobre las piernas y me voy acercando hacia sus labios al momento que hago un giro y ahora él queda sobre mí. Me lo como, él me come, nos besamos desgastando las sabanas de mi cama. Me mira tiernamente, como si yo le gustará.
—Estás rico y me encanta esto. — Sostiene mi tronco y lo mueve como si en realidad le gustará,

No hago caso de lo que me dice, no quiero dejarme llevar, pero vuelve a besarme y recorre mi cuerpo hasta llegar a lo que más le gusta. Lo introduce completamente en su boca, no aguanto por un segundo más y exploto en su interior, vacío todas las ganas que tenía desde la semana pasada y siento unas ganas inmensas de besarlo con mi jugo en su boca. Lo agarro por la quija y mi lengua recorre su barba hasta llegar a los labios que saben a Papaya, un sabor peculiar el de mi interior. Sus jugos caen sobre la cama y seguimos revolcándonos quitando esas ganas que nos tenemos. Esas ganas que han ido aumentando desde aquella vez que vi el trío. Cuando estoy con Jos dejo de pensar que es mi alumno, solo lo disfruto. Ya desde hace tiempo que no le escribo a Clara, ahora solo busco a Jos y lo traigo para hacer de todo. Leemos nuestras poesías, nos damos críticas, fumamos en la cama o en cualquier rincón del piso en donde terminamos comiéndonos a besos haciendo poesía de verdad. Otras veces nos derretimos en sudores sobre la hamaca o nos hacemos peces en la bañera.